Vivimos ... o sobrevivimos?
Espero que el lector sepa disculparme que en esta ocasión roce sólo el ámbito de la ciencia y me centre en el de la conciencia en un intento de entender por qué vivimos en esta sociedad tecnoperfecta en la que se nos induce a no manifestar ni valorar las emociones. Y es que cada vez es mayor el número de personas cuyo mundo interno se ve afectado por las exigencias de su actividad profesional. Por eso no es de extrañar que abunden en las consultas terapéuticas casos como el de la secretaria ejecutiva que ve a su niña dormida cuando se va a trabajar... y se la encuentra durmiendo cuando regresa trece horas después; o el del veinteañero al que le aterra la sola idea de tener que incorporarse a un mercado laboral alienante y deshumanizado; o el del artista que ha perdido a sus padres un mes antes y se siente fatal porque está desmotivado y sin creatividad para seguir produciendo; o el del directivo al que le empieza a fallar su relación sexual y no sabe por qué si total llev